El loro, el perro y el gato
Hay una confusión en el barrio, como dice la canción. Por estos días se enfrentan de manera callada los vecinos de mi calle que tienen animales contra los que no tienen. La causa es la bulla. Es comprensible. Cuando de modo inevitable pasa un extraño frente a los jardines ladran los perros, chillan los loros, vociferan los dueños, gritan los niños y reclaman los que se molestan con toda esta bulla. Calculo que hay unos 20 bichos.
Desde las seis de la mañana o antes empieza el ladrido y la bulla. Y donde ladra uno ladran todos, incluso las loras que ya lo hacen bastante bien. Durante el día ladran porque sí o ladran porque no. Al final de la tarde, cuando llegan los amos, ladran de alegría, pues es la hora de la comida y el paseo. Y en la noche, el ladrido de las buenas noches.
"Que descanses amo", "que duermas vecino", dicen ellos.
Justo ahí, con el ladrido y el chillido de las ocho de la noche, es cuando Mefistófeles, mi gato, se desespereza con cara de aquí no dejan dormir. De un brinco visita su plato y de otro sale por la ventana. Entonces se reune con sus amigotes y amigatas y de ahí yo no sé más ni quiero saber.
Que descanses, barrio.
Desde las seis de la mañana o antes empieza el ladrido y la bulla. Y donde ladra uno ladran todos, incluso las loras que ya lo hacen bastante bien. Durante el día ladran porque sí o ladran porque no. Al final de la tarde, cuando llegan los amos, ladran de alegría, pues es la hora de la comida y el paseo. Y en la noche, el ladrido de las buenas noches.
"Que descanses amo", "que duermas vecino", dicen ellos.
Justo ahí, con el ladrido y el chillido de las ocho de la noche, es cuando Mefistófeles, mi gato, se desespereza con cara de aquí no dejan dormir. De un brinco visita su plato y de otro sale por la ventana. Entonces se reune con sus amigotes y amigatas y de ahí yo no sé más ni quiero saber.
Que descanses, barrio.
3 Comentarios:
Es por eso que la operación (tanto para macho o hembras) es importante. No todo el mundo está preparado para mantener una mascota y no tiene idea de lo que pasa cuando se abandona una, o cuando la dejan ir. Mucho diminutivos que terminan famélicos, enfermos y mendigando.
¿Y la bulla...?
Saben que? si Mefistófeles quisiera saldría tarareando las melodías que le encanta percibir a través de la vibración de los parlantes; quienes lo conocen saben que es un gato muy culto, pues es capaz de sentarse a escuchar música, llevando con mucho orgullo el apellido Hoyos.
Ojala y cantara, hasta villancicos, todo el año como su dueño. Un abrazo, Patty.
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