400 Abriles
Ese señor me acompaña desde niño. Al principio lo miraba con respeto, por su peso, por su porte, porque no sabía qué estaba pensando y porque si lo cogía me regañaban. Luego lo miré con tristeza. Día tras día el hombre, inmóvil, sin poder decir una palabra después de haber dicho tantas cosas sabias y tantas cosas absurdas, sin poder dar paso, después de haber recorrido leguas y leguas de tierra, después de haber andado tantos caminos, me apenaba saberlo tan solo, después de tener caballo, mozo y reina.
Me era difícil leer sus historias y creer que era el mismo señor que estaba ahí, incólume, soportando con estoicismo las bobadas de una familia común de clase media.
Con el paso de los años lo olvidé, hasta una tarde en la que lo rescaté y decidí adoptarlo. Sigue sin su Dulcinea, sin su caballo y sin su Sancho, igual de inmóvil, igual de jodido y seguro que igual de loco, pero por lo menos, a veces, yo si le hablo. Feliz Cumpleaños.
jhoyos
Me era difícil leer sus historias y creer que era el mismo señor que estaba ahí, incólume, soportando con estoicismo las bobadas de una familia común de clase media.
Con el paso de los años lo olvidé, hasta una tarde en la que lo rescaté y decidí adoptarlo. Sigue sin su Dulcinea, sin su caballo y sin su Sancho, igual de inmóvil, igual de jodido y seguro que igual de loco, pero por lo menos, a veces, yo si le hablo. Feliz Cumpleaños.
jhoyos
1 Comentarios:
Qué buen gráfico. Diste en el clavo. Las palabras se las lleva el viento, todas. Unas caen en tierra buena y otras no vuelven a caer. Me gusta eso. Lau.
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