Documento histórico
Ya habíamos desistido de la idea y y si le decíamos algo era más por molestarla y hacerle recocha que por otra cosa. Así y todo ella se estremecía con sólo imaginárselo, con sólo mencionárselo, desde hacía años cuando durante alguna de esas visitas vespertinas de costura, jugo de guanábana y rosario de palo-de-rosa-original-del-vaticano, le presentaron una persona que administraba "los cultivos". Al indagar ella, le aclararon que eran cultivos de lombriz californiana, cosa nueva por estas latitudes en esos años, y para rematar le contaron que algunas de las principales hamburgueserías agregaban alguna parte de preparado de lombriz a sus mezclas especiales. Esa tarde, a eso de las cinco y cuarenta cuando el sol empezaba a ponerse sobre los cerros de la capital, ella solemnemente tomó la decisión de prescindir de una vez y para el resto de su vida de las maravillosas hamburguesas.
Así pues, cada vez que alguno de la casa o de la familia contaba que se había comido una suculenta y exquisita hamburguesa de media libra de carne jugosita, al carbón o a la plancha, con cebolla, tomate, salsas las que quiera y otra media libra de queso, podía verse su piel de gallina y el estremecimiento de rigor, mientras la frase obligada "eso tiene de aquello" cerraba para siempre el caso. Eventualmente todo terminaba en la anécdota de cuando en una tarde bogotana le presentaron a una persona que resultó ser la administradora de unos cultivos y bla bla bla.
Así, esposo, hijo, nuera, primos, amigos y demás nos acostumbramos siempre a la historia y al "vea, no me nombren hamburguesas de la calle, tienen aquello". Hasta anoche, cuando sin ninguna intención paramos en un sitio nuevo en la ciudad, ofrecimos, insistimos más por el coman-y-acompañen-no-nos-dejen-solos, y sí señor, cuando menos pensamos la señora con la hamburguesa en la mano.
Foto histórica. Míren bien la cara de mi mamá, que parece decir: "¡Feliz Como Lombriz!"
Así pues, cada vez que alguno de la casa o de la familia contaba que se había comido una suculenta y exquisita hamburguesa de media libra de carne jugosita, al carbón o a la plancha, con cebolla, tomate, salsas las que quiera y otra media libra de queso, podía verse su piel de gallina y el estremecimiento de rigor, mientras la frase obligada "eso tiene de aquello" cerraba para siempre el caso. Eventualmente todo terminaba en la anécdota de cuando en una tarde bogotana le presentaron a una persona que resultó ser la administradora de unos cultivos y bla bla bla.
Así, esposo, hijo, nuera, primos, amigos y demás nos acostumbramos siempre a la historia y al "vea, no me nombren hamburguesas de la calle, tienen aquello". Hasta anoche, cuando sin ninguna intención paramos en un sitio nuevo en la ciudad, ofrecimos, insistimos más por el coman-y-acompañen-no-nos-dejen-solos, y sí señor, cuando menos pensamos la señora con la hamburguesa en la mano.
Foto histórica. Míren bien la cara de mi mamá, que parece decir: "¡Feliz Como Lombriz!"
3 Comentarios:
Mierda, sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. Aplaudo el espíritu de tu madre que deja atrás los remilgos. Vamos a ver que sigue en su lista.
Como nota aparte, en la segunda foto alcanzo a ver el campero y justo delante de él, de frente, algo que parece la Mistery Machine. ¿Acaso Scooby Doo y su parche estaba comiendo allí también?
un saludito para DoñaLivia, que quedó muy bien!
jajaja Libia, te lanzaste!! yo siempre y digo siempre me intoxico con las famosas del corral, la verdad me parecem deliciosas pero son vetadas para mí, ¡salud Libia!
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal