Indignación y protesta

Uno mi congoja a la de los más de dos millones de caleños y millones de colombianos que se lamentan la muerte de los 11 ex-diputados asesinados. Elevo una oración por sus almas y pido al cielo que dé a sus familiares fuerza y valor para enfrentar la muerte que ahora tocó a sus puertas de fea manera.

Pero esta tristeza no debe quedarse en el fondo del corazón de cada uno de nosotros con la etiqueta PERSONAL. Debemos sacarla, tirarla fuera de nosotros, que llene las casas y las calles, que llene las plazas. Debemos madurarla y volverla indignación, y que siga llenando todos los espacios. Sólo la indignación y el trabajo conjunto puede salvarnos. Sólo los pueblos que se defienden unidos y que trabajan en pos de un objetivo común se salvan y salen adelante.

Cualquiera que intente atacar y quebrar nuestra democracia y sus instituciones está atentando contra nuestra esencia y nuestro patrimonio más sagrado: la libertad de vivir, adquirir, expresar y protestar. Cualquiera que esté en contra de estos principio está en contra de nuestra esencia social.

Que no alcancen las plazas de nuestras ciudades para contenernos a todos los que vamos a protestar y gritar voz en cuello contra la violencia en nuestro país.