Cholunas

En la oscuridad profunda del cielo algunas pequeñas nubes avanzaban poco a poco, impulsadas por el brevísimo viento proveniente de los farallones. El calor del día muerto aún hacía mella en la piel y un polvillo muy fino le daba a la noche un velo que impedía definir las líneas más lejanas.

Atenidos a los pronósticos de los sabios, varios pares de ojos esperábamos su aparición, prevista para esa noche. Al fin se vió. Grande, amarilla. Llena. Señora en su noche. Dueña de las aguas. Anoche, como hace seiscientos, mil, dos mil años, un grupo de seres mirábamos hacía el cielo maravillados, tranquilos porque ella cumplía la cita. La cita natural. Sin más connotaciones metafísicas que las del misticismo en la fe y el amor. La fe limpia de los que esperamos sin sesgos y el amor grande de los que nos queremos bien.

Anoche se cumplió la octava luna desde nuestro matrimonio. Desde aquella noche de luna llena rodeados de grandes corazones. Un buen matrimonio. Feliz día, Patricia.